El verdadero camino pasa por una cuerda, que no está tendida en el vacío, sino casi a ras del suelo. Parece más bien destinada a hacer tropezar que a ser recorrida.
"Salamandra, no queda ni leña mojada
Y este invierno eterno en donde nada crece..."
Cuando caminas por la ciudad sientes cada paso al caer sobre el agua como un latido. La lluvia lava las calles y los charcos se llenan de piernas, pies y grandes pedazos del cielo. La ciudad debería caerse, los edificios deberían derrumbarse. Pero nada pasa, o más bien, todo lo que pasa es como un fantasma, como el vapor del agua que se evapora con el sol de la tarde, que flota apenas sobre el suelo, con una parsimonia exasperante.
"...Estoy cavando un pozo para ver si hay agua
Y desde el cielo sólo baja un viento que azota..."
Cuando miras a las personas encuentras algo en sus sombras, algo como una necesidad de escapar, algo impredecible. Las sombras y los reflejos son gritos del alma, buscan escapar, envolverte. Los edificios pasan a tu lado, te metes entre sus ladrillos, entre sus sombras, se suceden y se esconden. Gritas.
"...Y si encuentro un espejo en donde estén mis ojos
Sólo tendré una pregunta por hacer…
¿Quién soy?"
Escucha: Existencialismo de PEZ
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